10/06/2024 | Por Eduardo Mackenzie

La venganza del presidente Gustavo Petro por la liberación en Gaza de cuatro jóvenes judíos rehenes de Hamas, incluida una mujer, Noa Argamani, en una operación antier del ejército y la policía israelí en el centro de la franja, fue dar la orden, este 8 de junio, de prohibir toda nueva exportación de carbón a Israel hasta que éste “detenga el genocidio”.

La situación en Medio Oriente es utilizada por Petro como pretexto para agravar los golpes que él ya le ha dado a Colombia en dos sectores estratégicos: el energético y el de defensa. El mandatario utiliza la mentira del “genocidio” para impedir que la opinión vea el fondo del asunto: el jefe de Estado colombiano acude a la desinformación más grotesca para hacer pasar su ideología y sus compromisos con agentes extranjeros por encima de los intereses de Colombia.

Con su absurdo decreto, que sin duda será demandado ante la justicia colombiana, Petro ingresa a la lista de responsables políticos que le apuestan a la destrucción de Israel, la única democracia del Medio Oriente. Israel es un país amigo de Colombia y un gran importador de carbón de Colombia. De hecho, las exportaciones minero-energéticas son la mayor fuente de divisas de Colombia. Prescindir de esas exportaciones es gangrenar la economía. Gustavo Petro, además, incluye a Colombia a la lista detestable de gobiernos —como Siria, Líbano, Irán y Turquía—, que practican el injusto boicot y la amenaza contra Israel, mientras que la mayoría de los Estados árabes abandonaron esa táctica y se benefician del comercio con Israel. Ellos saben que ese boicot afecta sobre todo a los palestinos, como lo explicó el New York Times en un artículo del 28 de septiembre de 2021.

Colombia será el único perdedor en este asunto del carbón: Israel encontrará otros países, como Australia y Kazajistán, que le suministrarán ese mineral.

Al enterarse de la orden de Petro, la Asociación Colombiana de Minería (ACM) protestó: “Israel es un destino clave para las exportaciones de carbón térmico de Colombia, representa en impuestos, regalías y contribuciones 650.000 millones de pesos cada año, de los cuales más de 100.000 millones van directamente a las regiones de La Guajira y el Cesar”.

Gustavo Petro ya había roto las relaciones diplomáticas de Colombia con Israel el 1 de mayo pasado, lo que afectó puntos muy sensibles de la defensa militar y de la seguridad de Colombia.

El ocupante de la Casa de Nariño no cesa de calumniar a Israel, a sus autoridades y a su pueblo. Para él, todos ellos son “nazis” y “genocidas”. Así es como él quiere que los colombianos vean a Israel y las acciones militares defensivas contra Hamas, la organización islamista que ejecutó el pogrom del 7 de octubre de 2023, la mayor masacre antisemita desde el fin de la Shoah de la Alemania hitleriana durante segunda guerra mundial.

Tres de los rehenes rescatados, Almog Meir Jan, Andrey Kozlov y Shlomi Zia, estaban retenidos en la casa de Abdallah Al-Jamal, un vocero del ministerio de Trabajo de Hamás. Abdallah, su esposa Fátima y su padre, el Dr. Ahmed Al-Jamal, murieron durante el ataque israelí al apartamento donde tenían a los rehenes. Abdallah Al-Jamal trabajaba también como periodista en la cadena qatarí Al-Jazeera.

El pasado 7 de octubre, Abdallah Al-Jamal celebró así en las redes sociales el ataque de Hamás contra Israel: “Alabado sea Dios, muchas gracias, Oh Dios, paga, Oh Dios, paga, Oh Dios, paga, Oh Dios, prometiste la victoria. Oh Dios, acéptalo, acéptalo, concédenos tu victoria.” Bassam Tawil, un analista árabe musulmán que vive en Oriente Medio, escribió en la revista del Gatestone Institute que ello “confirma lo que muchos israelíes y palestinos saben desde hace varios meses: que los civiles palestinos fueron, y siguen siendo, cómplices de los crímenes perpetrados por la organización terrorista Hamás antes, durante y después del 7 de octubre de 2023”.

Con su decreto estúpido Gustavo Petro se muestra tal como es: un individuo que explota el cargo de presidente de la República de Colombia para golpear los intereses vitales de su propio país, para exhibir su idolatría por la violencia y su antisemitismo. Petro pervierte la diplomacia de Colombia para reconstruir la imagen que de él tuvieron en un momento las dictaduras que lo ayudaron a encaramarse al poder. Estas han visto en los últimos meses el naufragio de su administración y ya están buscándole un reemplazo.

¿Cómo es posible entonces que los jefes políticos, tanto de derecha, centro e izquierda, los verdes, ecologistas y animalistas, de oposición o no, pero que, desde sus diferentes cosmovisiones, se preocupan por el futuro de sus familias y de Colombia en general sigan alimentando ilusiones con la idea de que la mejor vía es aplazar, hasta la elección presidencial de 2026, la lucha para impedir la reelección de ese peligro para el país y para el continente?

¿Cómo pueden creer que un individuo comprometido con tan perversas agendas dejará que sus adversarios se organicen, a sabiendas de que él no se retirará de la escena sin antes haber demolido los planes de la Patria Boba?