19/06/2024 | Por Eduardo Mackenzie

El presidente colombiano, Gustavo Petro, demostró una vez más su sometimiento a los dictados de Vladimir Putin. Exhibió también su pasmosa indiferencia ante los sufrimientos del pueblo de Ucrania causados por la invasión y la desproporcionada agresión rusa.

El 11 de junio pasado Gustavo Petro anunció que lo estaban esperando en Suiza, donde se reuniría la cumbre por la paz en Ucrania, en el lujoso hotel Bürgenstock, en el cantón de Nidwald. Y que se entrevistaría allí con Volodymyr Zelensky, el presidente de Ucrania. Sin embargo, algo pasó y, una vez más, la agenda de Petro fue revertida a última hora con explicaciones obscuras.

El viernes 14 de junio, Putin dio a entender que la cumbre en Zúrich no le sería favorable. Le exigió por eso a Ucrania rendirse y que cediera más territorio a Rusia si quería discutir sobre un eventual alto al fuego. Sin tardar, Gustavo Petro, ese mismo día, se puso al servicio de ese punto de vista y lanzó, desde la capital de Suecia, una salva de ataques contra Suiza y los países organizadores de la reunión. Aunque la cumbre de la paz no había comenzado dijo que había descubierto que ésta “es básicamente un alinderamiento al lado de la guerra”, y que él no estaba de acuerdo con la guerra. Agregó que, en consecuencia, se abstendría de asistir a esa reunión.

Petro continuó, al día siguiente, sus insultos en una red social. Escribió que la cita en Suiza “no es un foro libre para discutir los caminos de la paz entre Rusia y Ucrania” (pues) “sus conclusiones ya están predeterminadas”.

El lenguaje de un lacayo

Lo más asombroso fue que, a renglón seguido, Petro se puso a recitar la doctrina rusa-soviética de las “zonas de seguridad” en Europa o de la “soberanía limitada”, conceptos belicistas que sufrió el Viejo Continente, sobre todo Finlandia, los países bálticos y la llamada Europa Central y del Este, durante la Guerra Fría. El mandatario colombiano alegó que el diálogo Rusia-Ucrania debería garantizar “el establecimiento de una zona de seguridad sin armas nucleares que separe físicamente la OTAN de Rusia, que permita la seguridad permanente de las naciones exsoviéticas y de la Europa Oriental, el respeto absoluto a los pueblos rusos y ucranianos al interior de Ucrania y de Rusia” (1).

La pregunta es: ¿si esos son sus criterios sobre la guerra y la paz en Ucrania por qué Petro no fue a la cumbre a defenderlos y a exponerlos delante de Volodymyr Zelensky?

¿Petro sabe acaso lo que significó para Europa el glacis soviético y las “zonas-tampón”, política de fuerza que nadie reivindica hoy en el mundo, salvo Putin?

Petro valoró así positivamente uno de los grandes crímenes soviéticos cometidos durante y después de la Segunda Guerra Mundial. A medida que el Ejército Rojo agrandaba el territorio ruso y transformaba los países liberados del yugo nazi en “democracias populares” dirigidas por partidos comunistas, la URSS erigió numerosos espacios-tampón para protegerse del “imperialismo americano”. El glacis soviético convirtió a países como Alemania Oriental, Polonia, Hungría, Bulgaria, Rumania y Checoslovaquia en brutales dictaduras para proteger la URSS.

Es obvio que el cambio de programa de Petro en Suecia no fue una decisión súbita ni un rasgo de ingenuidad del ocupante de la Casa de Nariño. Fue un acto cuidadosamente preparado. Había que servir, desde un escenario internacional, la línea de Moscú contra Ucrania y contra la solidaridad militar y diplomática con el Estado y el pueblo ucraniano de un numeroso grupo de países.

Petro fue a Suecia para lanzar desde allá ataques a la paz en Ucrania como la cosa más normal del mundo. Y a hacerle propaganda a la doctrina más belicista de Rusia: la “soberanía limitada”, la necesidad de someter a una serie de países para que sirvan de “separación física” entre la OTAN y Rusia, comprometiendo el nombre de Colombia en esa operación de propaganda guerrera.

¿Debemos acostumbrarnos a ver que Petro seguirá explotando el Estado colombiano para ayudar a Putin a divulgar sus pretensiones y sus amenazas como si fueran ideas de Colombia?

Como Putin no fue invitado, mientras que el participante de honor sería Volodymyr Zelensky, el Kremlin decidió sabotear la cumbre: dijo que ese evento era una “pérdida de tiempo”, y que Rusia prefería presentar “proposiciones concurrentes” en otro escenario. Petro no hizo más que mostrar su alineamiento con Moscú y con la idea de que el proceso de ampliación de la Unión Europea, que comenzó en 1998, debe ceder ante las exigencias de nuevas “zonas de seguridad” de Rusia.

Sin discutir con nadie en Bogotá, Petro inscribió así a Colombia en el bloque antioccidental que dirigen Rusia y China.

La cumbre de Zúrich fue un éxito

De los 100 Estados y organizaciones que participaron en la conferencia sobre Ucrania, 84 firmaron el comunicado final. La idea de realizar esa discusión internacional surgió durante la visita oficial de Volodymyr Zelensky a Berna, el 15 de enero pasado. “El texto final resultó bastante aceptable para Ucrania. Sus autores (¡por fin!) encontraron el coraje de describir la guerra como una ‘agresión rusa’”, resumió el diario ucraniano European Pravda.

La declaración final reafirmó la integridad y la independencia de Ucrania y responsabilizó a Rusia de ese conflicto, aunque una minoría trató de desacreditar esa acusación.

“El comunicado de la cumbre deja claro que se necesitan cambios. Hay ideas comunes para una paz justa y duradera”, afirmó la presidenta suiza Viola Amherd en su discurso del domingo 16 de junio tras dos días de discusiones. Ella admitió que la situación sigue siendo compleja y tensa, a pesar de los esfuerzos diplomáticos para encontrar una solución al conflicto.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y la señora Amherd, citaron en todo caso, como “condiciones mínimas” para las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania, la seguridad de las instalaciones nucleares, la seguridad alimentaria y el acceso de Ucrania a sus puertos, así como la liberación de todos los prisioneros de guerra y el regreso de los niños deportados de Ucrania. Admitieron que existen otras áreas de desacuerdo entre Kiev y Moscú que serán difíciles de superar.

Petro no fue el único que rechazó los trabajos de la cumbre. India se abstuvo, lo que fue duramente criticado por la prensa. Ello ilustra la diplomacia “funambulista” de Nueva Delhi desde el inicio de la guerra en Ucrania, escribió L’Indian Express. “Varios medios de comunicación hindúes destacan la dependencia de la India de Rusia para obtener armas y descuentos en las importaciones de petróleo” señaló por su parte la revista Swissinfo. Los otros países que se marginaron fueron Arabia Saudita, Sudáfrica, Tailandia, Indonesia, Brasil, México y los Emiratos Árabes Unidos. La China tampoco participó. Pero Zelensky aseguró el domingo que su país “no es enemigo” de China y que “Ucrania sólo tiene un enemigo: Putin”. Según Jens Stoltenberg, el secretario general de la OTAN, Pekín suministra solapadamente a Rusia componentes electrónicos que permiten hacer volar drones contra Ucrania, al mismo tiempo que trata de mantener buenas relaciones con Occidente.

Desesperado por no lograr un avance decisivo en Ucrania, Putin amenaza a Europa y Estados Unidos, defensores de Ucrania, con el arma nuclear, como si no fuera consciente de que usar eso sería un suicidio para Rusia y sus aliados. En lugar de aportar ideas para reducir las graves tensiones entre el Estado agresor y el país víctima, Gustavo Petro prefirió, como su colega brasileño Lula da Silva, marginarse del evento lo que equivale a negarse a participar en el esfuerzo de paz quizás el más importante del mundo en este momento.


(1).- https://www.elcolombiano.com/colombia/presidente-petro-cumbre-por-la-paz-ucrania-cancilleria-PI24796922