24/06/2024 | Por Andrés de Bedout Jaramillo

Cuando alguien se inventa ingresos para poder justificar gastos, comete una gran irresponsabilidad económica y financiera, y si esos gastos no tienen un componente importante de inversión física que dinamice la economía, la irresponsabilidad es aún mayor.

Esto es lo que le ha pasado a este Gobierno y a este Congreso. En el presupuesto de 2024, incluyeron, entre otros, ingresos billonarios de pleitos pendientes y de impuestos que ya habían sido pagados por los contribuyentes, todo esto lo hicieron a sabiendas, advertidos, conscientes de las consecuencias que esto acarrearía para el país. Fueron muchas las voces que oportunamente advirtieron desde los gremios, desde el mismo Congreso, desde los sectores bancarios, desde la academia, pero nada valió, había que justificar gastos impagables en innecesarios incrementos burocráticos, en ministerios como el de La Igualdad, en nuevas e innecesarias embajadas y consulados, en miles de contratos de prestación de servicios cuando estos están tan cuestionados como atentatorios de los derechos laborales; en cientos de inútiles viajes, sobre todo al exterior, con inmensas comitivas; en la financiación de innumerables manifestaciones transportadas a las principales ciudades, etcétera. Lo que se ha destinado a inversión se ha ido derechito a corrupción, los carrotanques, las ollas comunitarias, las compras de tierras, los pasaportes, las camionetas, por mencionar unos pocos. La corrupción hoy se campea por la mayoría de las instituciones del Estado, sobre todo por las más cercanas a presidencia.

El estilo de irresponsabilidad económica y financiera del Gobierno y del Congreso de turno, se manifiestan en el trámite y aprobación de leyes sin los correspondientes certificados de viabilidad y sostenibilidad, como la reforma pensional, la laboral, la de la salud, la de educación, la de justicia, etcétera. Es de tal tamaño la irresponsabilidad, que, al parecer, la Contraloría General de la República, ya, por fin, como que va a tomar cartas en el asunto, interviniendo en la factibilidad económica y financiera de las leyes que se tramitan en el Congreso.

Y para cerrar el tema, la cantidad de subsidios crece y me atrevo a vaticinar que estos, además de insostenibles, no estarán llegando a los sectores más necesitados de la población.

Hasta el recorte presupuestal de 20 billones, al parecer se quedó corto; entidades bancarias y autoridades económicas respetables han expresado que el recorte debería ser de 30 o mejor, de 40 billones, pero como hay que seguir gastando a todo chorro, la plata ajena, que todos los días es menos, el recorte quedó en 20 billones, para seguir de frente, en el Gobierno y en el Congreso, haciendo gala de su irresponsabilidad y poder rematar rompiendo la regla fiscal. Seguramente utilizarán buena parte del crédito de los 17.000 millones de dólares que autorizaron para pagar deuda externa, en gastos inútiles que al parecer están más orientados a la compra de conciencias y de votos, con miras a las elecciones del 2026.

Estos irresponsables nos están llevando al fracaso, al atraso; su capacidad destructiva es impresionante, hasta las cifras del DANE parecen amañadas, con miras a seguir mintiéndole al país, anestesiándolo, mientras llegamos a la quiebra económica, que abrirá las puertas a los mecanismos que tienen diseñados los irresponsables para perpetuarse en el poder, convertirse en dictadores y subyugarnos aún más.

El Congreso ya no es un contrapeso, no fueron ni siquiera capaces de dar ejemplo aprobando la ley que rebajaba su componente salarial de gastos de representación, su aporte mínimo al recorte presupuestal que requiere la nación, salvo muy pocas excepciones.

Que nuestro Señor Jesucristo nos proteja de estos irresponsables.