24/06/2024 | Los Irreverentes

Laura Sarabia es una persona inferior intelectual y moralmente. Ha escalado, no por su talento, sino por las maniobras y mañas corruptas que le aprendió a su mentor —y hoy enemigo y delator— Armando Benedetti.

Algunos periodistas criollos apuntan que es la “mujer más poderosa” de Colombia. La afirmación es ligera y admite un debate de fondo. Lo que sí es incontrovertible es que ella es la mujer más peligrosa y corrupta del régimen.

Su capacidad para ejercer influencia e impartir órdenes deriva de la incompetencia y negligencia de Petro que, por cuenta de sus desapariciones, delegó en esa persona el manejo de asuntos delicados del país.

Si el encargado de vigilar está ocupado bebiendo y consumiendo drogas, el vigilado tendrá libertad absoluta para hacer lo que le venga en gana.

La muchachita Sarabia, una persona sin principios de ninguna naturaleza, en un abrir y cerrar de ojos, quedó en una posición inmejorable, no para trabajar honestamente, sino para saquear al Estado.

Salta a la vista la escasez de neuronas en la corteza cerebral, quien conoce y protege los secretos más asquerosos del presidente de Colombia. Estructuró una figura ridícula para drenar las arcas públicas.

El primer paso consistió en cambiar de pareja. Dejó a su esposo y padre de su hijo, para irse con el abogado penalista del presidente, pensando que así podrá tener controlada a la fiscal Camargo. La ecuación puede tener sentido: su nuevo novio, que es el defensor de Petro, se encargará de mantener todo en orden ante la fiscal, precisamente puesta por Petro. Sarabia debe pensar que todo está atado y bien atado.

La segunda fase consistió en poner a su hermano, aún más torpe e inmoral que ella, a hacer los negocios. El sujeto, que hasta hace pocos meses era un infeliz asistente de un congresista del montón, se convirtió en el enlace entre entidades oficiales y contratistas. El dinero, dicen los que conocen los detalles de la trama de corrupción, empezó a llegar por montones. Al paso que van, los Sarabia, que provienen de un hogar humilde y sin mayores recursos económicos, terminarán en la lista Forbes al nivel de Sarmiento, Gilinski, los Santodomingo y los herederos de Ardila.

No hay crimen perfecto. El entramado criminal de Laura Sarabia está a punto de colapsar. Su exmarido, invadido por el dolor causado por la infidelidad, se está encargando de filtrar información de las andanzas de la mujer que lo engañó. No es buena idea traicionar al cónyuge que conoce los pormenores de los delitos que su pareja ha cometido.

Y al despechado le apareció un aliado peligroso y sin límites: el corrupto Armando Benedetti quien, desde su guarida diplomática y sabiéndose intocable, no deja pasar una oportunidad para ajustar cuentas con su otrora subalterna.

A Benedetti jamás se le cruzó por la cabeza que la mujer que puso como ficha suya en la Casa de Nariño, para que le ayudara a estructurar todas las fechorías que tenía en mente, iba a resultar aún más infecta que él.

Sarabia no estaba dispuesta a compartir el despojo con su antiguo maestro. Consideró que era mucho mejor que todo se hiciera en familia, y así se está haciendo. Familia que roba unida…

La entelerida mujer de confianza de Petro no es la única integrante del gobierno entregada en cuerpo y alma al pillaje. La extrema izquierda, corrupta, inmoral, sucia, criminal, y de naturaleza enteramente delincuencial, entró al gobierno con un objetivo definido: desvalijar al tesoro.

Y ellos, que normalmente son mediocres en lo que hacen, hay que reconocer que en ese objetivo han sido exitosísimos.

Desafortunadamente, el zafarrancho continuará por cuenta de la generosa ayuda que el gobierno está recibiendo desde los predios de la fiscalía general de la nación.