24/06/2024 | The Objective | Por Enrique Cánovas

El físico Guillermo Salas ha presentado su último trabajo, una investigación sobre el voto electrónico en Venezuela

Guillermo Salas, físico y autor de ‘El poder de la matemática’. | THE OBJECTIVE

Guillermo Salas, físico de formación, es una de las personas del planeta que ha estudiado el sistema electrónico de voto venezolano con mayor ahínco y profundidad. En su nuevo libro, El poder de la matemática (La Esquina del Álveo), hace uso de este extenso conocimiento para desgranar paso por paso cómo el sistema electoral de Venezuela adoptó una serie de tecnologías (hardwaresoftware e infraestructura logística) cuyos proveedores contaban con una estrecha relación con el gobierno chavista, así como el funcionamiento de estas tecnologías y la manera en la que permiten que se influya en el resultado de unas elecciones.

En un acto celebrado en la sede de la World Law Foundation —brazo ejecutor de la World Jurist Association, que cuenta con más de 60 años de historia en la defensa del Estado de derecho—, la presentación del libro ha contado con la presencia de destacados profesionales en los campos de las ciencias matemáticas y el periodismo. El abogado y analista político Jesús Ángel Rojo Pinilla ha presentado y moderado el evento, que ha contado con intervenciones de Maibort Petit, periodista de investigación experta en narcotráfico y crimen organizado, el doctor en matemáticas y experto en inteligencia José Humberto García, y el analista militar y experto en Seguridad Nacional José Gustavo Arocha, además de la ponencia del propio autor.

Durante su intervención, el autor ha explicado de manera pormenorizada todos los indicios que llevaron a él y a su equipo de investigadores a pensar que podía haberse dado un fraude en las elecciones generales venezolanas de 2004. Mediante una exposición de la teoría de los grados de separación (la misma que enuncia que todos estamos a 6 conocidos de distancia de cualquier persona del planeta), Salas ha mostrado cómo el gobierno de Hugo Chávez mantenía una relación muy cercana con las empresas encargadas de proveer las máquinas utilizadas para que la población venezolana votase en estas elecciones. Además de estos grados de separación, tan bajos como para levantar suspicacias, el autor se ha centrado en la empresa encargada de fabricar las máquinas mediante las que se realizó el supuesto fraude, Smartmatic.

Esta empresa, a pesar de no tener actividades previas y de contar con su sede central registrada en un domicilio particular de Boca Raton, Florida, consiguió adquirir Sequoia Voting Systems, una de las tres principales empresas de máquinas de votación de los EEUU, con un total de 125 millones de votos estadounidenses bajo su control. En palabras del autor, estos indicios ya hacen ver que este «es un tema digno de estudiar». Metido ya de lleno en su investigación, Salas comprobó que el régimen había previsto las acusaciones de fraude, y había actuado en consecuencia.

En una serie de seis auditorías cuyo fin era demostrar la legitimidad del resultado electoral, solamente se permitió a los verificadores contrastar los votos en unas pocas máquinas. Con 27 máquinas registradas de un total de más de 19.000, los resultados digitales proporcionados por dichas máquinas coincidían a la perfección con los comprobantes de voto depositados en las urnas. Según la convicción de Salas y el resto de los presentes, esto no se trataría de una garantía de veracidad en los resultados, sino una pantomima orquestada mediante un sistema que se conectaba a las máquinas en tiempo real y podía influir en los resultados mostrados por las mismas.

Para demostrar esta aseveración, el físico recurre a la ley de Benford. Esta ley, también conocida como la ley del primer dígito, asegura que, en gran variedad de conjuntos de datos numéricos que existen en la vida real, la primera cifra suele ser «1» con mucha más frecuencia que el resto de los números. Además, según crece este primer dígito, se hace menos probable encontrarlo en la primera posición.

En otras palabras, esto se traduce en la capacidad de distinguir unos resultados electorales surgidos de manera orgánica y veraz de otros que puedan haber sido generados por ordenador. En los resultados obtenidos de manera orgánica, esta ley de distribución se cumpliría, mientras que en unos resultados adulterados, todos los dígitos del 0 al 9 se repetirían con la misma frecuencia. Atendiendo a esta ley, los resultados de casi la totalidad de las máquinas habrían sido producidos artificialmente, y esto significa que las máquinas revisadas en las auditorías conformaban una pequeña excepción de veracidad respecto al fraude generalizado que se impuso en las demás.

Terminada esta pormenorizada exposición, apoyada en varios artículos al respecto publicados en la revista Statistical Science, ha llegado el turno del resto de ponentes. Maibort Petit ha centrado su intervención en el dominio del relato y la imposición de narrativas, algo que la periodista considera fundamental para que unos dirigentes con pulsiones autoritarias puedan, en primer lugar, acceder al poder, y en segundo, mantenerse en él. Para Petit, esta siempre suele ser una estrategia a dos bandas: por un lado, se impone una narrativa concreta haciendo uso de todos los medios posibles, incluidos los menos legítimos (sobornos, extorsión, acoso, etc.). Por el otro, se invierte en desacreditar a cualquier voz discordante con esta narrativa, especialmente todas aquellas que aporten pruebas o argumentos de peso.

En cuanto al papel de los medios de comunicación, el matemático y director del diario venezolano El Nacional, Miguel Henrique Otero, ha recordado cómo su periódico fue el único del país en hacer referencia a los estudios publicados en la revista Statistical Science que hablaban de fraude electoral, y cómo, a pesar de ello, la narrativa hegemónica que se había conseguido imponer desde el gobierno impidió que se generase cualquier tipo de debate al respecto. No obstante, a continuación ha declarado que «el fraude electrónico es realmente complejo», y que aunque consiguieran llevarlo a cabo de nuevo, esto «no implicaría necesariamente un volteo de los resultados». Según Otero, el fraude sólo es realizable cuando la diferencia de votos entre ambos resultados es pequeña, y que, por ese motivo, la mejor manera de proteger el sistema es votar en masa.

El doctor en matemáticas y experto en inteligencia José Humberto García ha centrado su intervención en explicar los sistemas complejos adaptativos (CAS, por sus siglas en inglés) para ilustrar el funcionamiento de la maquinaria política y gubernamental de la Venezuela chavista. Estos sistemas, de rápida evolución y con períodos caóticos previstos y determinados de antemano, son tremendamente adaptables a la adversidad, y se sirven de estos períodos de «caos controlado» para reconstituirse y reestructurarse sin sufrir daños graves.

De este modo, García identifica al régimen Chavista como uno de estos sistemas, principalmente por motivo de su organigrama dividido en nodos que pueden operar de manera relativamente independiente, así como de la capacidad de autoorganización que este sistema otorga en momentos de crisis: al no depender de la cúspide de la organización, los nodos pueden reorganizarse y actuar para defender el régimen sin necesidad de seguir una cadena de mando al uso.

Por último, el experto en Seguridad Nacional José Gustavo Arocha ha hecho uso de la tesis del Dr. García para explicar el funcionamiento de las Fuerzas Armadas de Venezuela. Ilustrando de manera gráfica el organigrama militar venezolano, Arocha ha mostrado el carácter descentralizado de la organización, algo que llama poderosamente la atención de cualquiera familiarizado con las estrictas cadenas de mando que suelen servir como columna vertebral de las fuerzas armadas en la inmensa mayoría de Estados modernos. De este modo, según Arocha, el ejército sería otro ejemplo de CAS, completamente autónomo y dotado de capacidad para responder a posibles amenazas.

El acto ha finalizado con una advertencia por parte de los ponentes: estos fraudes no son exclusivamente propios de países que en occidente percibimos como «subdesarrollados». Si el modus operandi chavista ha sido capaz de llegar a los Estados Unidos, país generalmente considerado como hogar de una de las democracias más sólidas del planeta, puede llegar a cualquier lugar.