24/12/2023 | Por Juan José Gómez

Acercándose Jesús, les dijo: «Toda autoridad Me ha sido dada en el cielo y en la tierra».
 (Mt. 28:18)

Description: Pesebre navideño con la sagrada familia osef y el niño jesús - 216288337

Oh Divino Niño Jesús, Dios con nosotros, Hijo del Altísimo: con temor por mi humana condición de pecador, pero también con el amor y la esperanza que nacen de que en el bautismo yo haya sido inmerecidamente adoptado como hijo por el Todopoderoso, me acerco a tu humilde cuna para rendirte mi homenaje de adoración en tu santísima Natividad, a la vez que para presentarte una especial súplica referente a Colombia, mi patria y la de cerca de 52 millones de otros seres humanos, que en su gran mayoría y por mal de nuestras culpas hoy padecemos el azote de un gobierno que ostensiblemente quiere convertir nuestro país en un Estado regido por las doctrinas disolventes del materialismo ateo, de la supremacía del Estado sobre el pueblo y que –como si esto pudiera jugarse– apasionado pero equivocado juega poseído de un afán en que al parecer se mezclan la retaliación, la indiferencia, la perversidad y la conciencia alterada, con valores intocables, tales como la familia, el orden, la propiedad privada, el libre mercado, la defensa nacional, la justicia, la salud, el empleo y algunas de las instituciones que durante más dos siglos han ido formándose en Colombia para beneficio del pueblo, que si bien no son perfectas como todos lo queremos, si han servido para establecer gradualmente la calidad de vida de los colombianos y, en consecuencia, son susceptibles de mejorar bajo el liderazgo de un gobierno y con la aceptación de una sociedad, que construya sobre lo construido, que evite a toda costa el adanismo y que tenga la voluntad política de enfocarse únicamente en el bien común.

Tú, Divino Niño Dios, dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento y en persona suya a todos nosotros “todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado” (1). Alentados por tal promesa, nosotros, los cristianos-católicos de Colombia, que tradicionalmente celebramos con fe, alegría, gratitud y esperanza tu nacimiento en un pobrísimo pesebre donde pastaban un manso buey de algún habitante de Belén y la mula que había servido a tu santísima Madre, la Virgen María para cabalgar desde Nazaret y que traía de cabestro el glorioso Patriarca san José, Custodio de la Sagrada Familia, nosotros que nos declaramos devotos de tu Navidad y de tu Santa Infancia, te pedimos que si es la Divina Voluntad, termine pronto nuestra tragedia por el medio que plazca al Todopoderoso y que alegres y fortalecidos por la esperanza, este país recupere su vocación cristiana y democrática.

Eres, Niño Jesús, un tierno infante que ha llegado a este mundo en una noche oscura y helada por la acción del invierno, en una cueva solo alumbrada por la luz mortecina de un farol que lleva en sus manos el silencioso y casto san José. Tu primera cuna ha sido una canoa llena de paja sobrante del alimento de los animales. Solo te calientan los resoplidos del buey y algunos pobres pañales traídos por la previsión de tu santa madre, que amorosa y confiada en la Providencia Divina te acuna en sus brazos y te cubre de besos.

Tú, que eres Hijo del Dios vivo, que por la acción del Espíritu Santo te encarnaste en la purísima Virgen María; que cumpliendo la voluntad del Padre has venido al mundo para redimir a la humanidad herida por el pecado de nuestros primeros padres; Tú, que eres rey de reyes y señor de los que dominan; Tú que has sido consagrado como el supremo Juez de vivos y muertos, eres Oh Niño Divino la última esperanza de un pueblo que se entrega por completo en tus pequeñas manitas, porque sabemos que aun siendo un recién nacido tienes el poder supremo concedido por tu Padre Celestial a su Hijo, Dios y hombre verdadero.

En la noche de la Natividad solo ilumina la luz de las estrellas que caen sobre los campos de Belén, donde muchos pastores se calientan con el fuego de rústicas hogueras, mientras las ovejas se aprietan en manadas para defenderse del frío y proteger a los corderitos que balan con inquietud. La naturaleza está quieta y expectante. Pero al filo de la media noche todo se ilumina con luz celestial y sobre el humilde establo de Belén brilla la estrella que desde el oriente ha guiado a los magos que vienen a adorar al rey recién nacido. Una música sublime se difunde en los ámbitos de aquel Belén, cuna de rey David, y un coro de ángeles como nunca antes se había escuchado en la tierra entona con voces maravillosas y triunfales un himno que glorifica a Dios en las alturas y en la tierra bendice con la paz a los hombres de buena voluntad.

“Os ha nacido el Mesías, el Redentor vaticinado por los profetas desde siglos atrás”, anuncia un heraldo celestial que invita a los pastores a que visiten la cueva donde reposa la Sagrada Familia. Ellos corren presurosos a conocer al Emmanuel (Dios con nosotros) y encuentran al Niño en brazos de su Santísima Madre y a san José que vigila con dulce y ejemplar serenidad toda esta maravillosa y celestial escena.

También nosotros, colombianos de bien, amantes de la familia como núcleo fundamental de la sociedad debemos ponernos en marcha hacia el Belén más cercano que tengamos y que fácilmente encontraremos en cualquier templo católico de la Orden Franciscana, donde en el presente año, entre el 8 de diciembre y el 2 de febrero, previas confesión y comunión sacramental y rezo de algunas breves oraciones por la Iglesia, por el Papa y por nuestras intenciones, obtendremos la indulgencia plenaria (el perdón total de todos los pecados cometidos hasta la fecha), concedida por el Pontífice en honor a los ochocientos años que en estos días se conmemoran, desde que el seráfico san Francisco de Asís construyó el primer pesebre en la ciudad italiana de Greccio. Esta indulgencia plenaria también es aplicable a un difunto.

Colocados ante el pesebre, en la propia casa o en cualquier lugar propicio para la oración, podemos quienes amamos a Colombia pedir al Divino Niño Jesús, por los méritos de su encarnación y de su infancia, que en bien de nuestra Patria y de todos los colombianos, nos conceda la gracia de devolverle a nuestro país el sosiego y el orden democrático de que disfrutaba hasta el mes de agosto de 2022, aun con las alteraciones causadas por los terroristas y narcotraficantes que combatía nuestra valiente fuerza pública y por los mismos grupos violentos y mal orientados que luego lograron el poder para sus promotores de una manera que todavía es cuestionada en círculos profesionales y políticos.

Digámosle al Niño Dios recién nacido, haciéndolo con sinceridad, que hemos aprendido la lección y que si recobramos el bien perdido haremos de él un uso correcto y acertado, trabajaremos con mayor esfuerzo por la verdadera igualdad ante la ley y de oportunidades para todos. En fin: pongámonos en sus divinas manos y con sincero corazón roguemos su compasión por nuestra desgracia y supliquémosle de manera especial que, así como se expresa en la séptima petición del Padrenuestro, nos libre del mal….


(1) Novena tradicional de aguinaldos al Niño Dios