28/02/2024 | Por José Francisco García M.

Jaime Balmes fue un filósofo, teólogo, apologista y tratadista político español influido fuertemente por las ideas de Tomás de Aquino. En alguna ocasión, al referirse a lo que podría considerarse el partido conservador español de la época, dijo que este “(…) ya no es conservador de lo antiguo, sino de lo nuevo; está tan encariñado con la revolución, que desea constituirse en guarda de los intereses creados por ella[1].

Todo el espectáculo tragicómico del nombramiento de la nueva Ministra de Deporte, de la renuncia de Efraín Cepeda del Partido Conservador, de la posterior negativa del cuerpo directivo de dicha colectividad a aceptarla, y de su ratificación en el cargo nos confirma lo dicho por Balmes: el Partido Conservador está tan encariñado con la revolución narcomunista de Gustavo Petro que es uno de sus más celosos guardianes.

Ahora, de los hechos anteriormente mencionados, y de la situación de dicho partido político en general, podemos extraer valiosas lecciones de realpolitik:

  1. El Partido Conservador de hoy en día no conoce, ni mucho menos defiende, la doctrina conservadora tradicional. La formación doctrinal, intelectual e incluso académica de sus miembros es prácticamente nula. Ninguno de sus integrantes conoce las ideas de los doctrinantes conservadores nacionales, ni mucho menos internacionales. Por todo ello no hay que considerarlo siquiera un partido de Derecha política.
  2. El Partido Conservador de hoy en día, en cabeza de sus dirigentes y su bancada en el Congreso, vendería a su propia madre por un plato de lentejas. Así, hemos visto como dicho partido ha votado favorablemente las nefastas reformas del narcorégimen a cambio de contratos, ministerios, o simplemente por el beneplácito del narcodictador. Para todos los efectos, cada miembro de dicha colectividad debe tratarse como un delincuente común.
  3. Relacionado directamente con lo anterior, es irracional y contraproducente apoyar e incluso respetar a dicho partido por aquello que fue. El Partido Conservador de José Eusebio Caro, Mariano Ospina Rodríguez, José Manuel Marroquín, Sergio Arboleda, Miguel Antonio Caro, Gilberto Alzate Avendaño, José de la Vega, Los Leopardos, y Laureano Gómez ya no existe. No debe haber ningún tipo de contacto o colaboración activa entre los miembros de la oposición extraparlamentaria y dicho partido político.
  4. El Partido Conservador, gracias a su nombre e historia, atrae una base votante religiosa, conservadora y tradicional. De esta manera, tiene cooptada una franja de la población que tiene las inclinaciones correctas, pero no tiene la suficiente educación y capacidad para entender que este partido no representa su sector ni lucha por sus intereses. Arrebatarle esta base de votantes es prioritario para la Derecha política verdadera.
  5. En consecuencia, la creación de un partido de Derecha real, que atraiga las bases cooptadas por el Partido Conservador, es una necesidad y un imperativo.

El Partido Conservador solo conserva la revolución narcomunista de Petro. Para todos los efectos, es un enemigo más en la lucha por salvar a nuestro país del Régimen, y como tal debe tratarse.


[1] Balmes, Jaime, Obras Completas, tomo VI, Escritos Políticos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1950, p. 493.