14/05/2024 | Por María Clara Ospina

Gustavo Petro está lejos de ser una víctima como él asevera en sus teatrales arengas en las plazas públicas. Al contrario, Petro es un consumado victimizador que pretende acabar con la democracia colombiana, convirtiendo al pueblo colombiano en esclavo del Estado, al mejor estilo de los gobiernos comunistas donde el Estado controla todos los aspectos de la vida, prestaciones, salud, vivienda, empleo y educación, entre otros.

Dicen los psicólogos que el constante golpeteo enfurecido de su lápiz contra los estrados, mientras pronuncia sus diatribas, es su representación del uso de un látigo contra los que se atrevan a oponérsele. Típico acto de un rabioso esclavista contra sus esclavos.

Petro ha mostrado su alma de esclavista al amenazar hasta a sus propios ministros con retaliaciones si no lo obedecen. El Congreso y la Corte Suprema de Justicia están amenazados con que él enviará a “su pueblo” a rodear sus instituciones para amedrentarlos si no aprueban sus retrógradas y absurdas reformas. Petro actúa como si su llamado “pueblo” fueran perros de caza entrenados a perseguir a esclavos desobedientes.

Comencemos por aclararle a Petro que el pueblo colombiano somos todos los colombianos y nadie, mucho menos él, es nuestro propietario. Gracias a la democracia, la cual él pretende destruir, somos un pueblo libre y soberano desde nuestra independencia de España y estamos dispuestos a defender esa democracia y esa libertad a capa y espada.

Así lo ha hecho el pueblo colombiano ante grupos narco terroristas como las FARC, el ELN y muchos más, inclusive el M19, del que él formó parte; ese grupo que se tomó el Palacio de Justicia para destruir los archivos que allí existían contra los extraditables, como lo habían pactado (por dinero) con Pablo Escobar. Y todos sabemos la tragedia que esa toma causó; el luto por lo ocurrido pesará siempre sobre Colombia.

Cuando Petro ordenó sacar la bandera del M19 y la blandió orgullosamente el 1 de mayo, a los colombianos nos quedó muy claro que él sigue siendo un criminal guerrillero. Qué para Petro no significan nada sus promesas cuando se comprometió a dejar las armas, reconocer sus crímenes y pedir perdón a sus víctimas (algo que jamás ha hecho). Al contrario de muchos de sus compañeros de armas que sí han cumplido con su palabra y por eso se han ganado un lugar como demócratas.

Hoy le digo, la apología al M19 hecha ese día por usted, es una afrenta contra todo el pueblo colombiano que tanto ha sufrido luchando contra los grupos terroristas, los del, pasado y los del presente.

Ojalá que sus partidarios, los pocos que le quedan, porque hoy son muchos los arrepentidos de haber votado por usted, no le coman tanto cuento, ni tantas mentiras, y no se vayan a embarcar en una absurda confrontación fratricida por defender a alguien que cada día actúa más como un tirano.

Los colombianos somos un pueblo inteligente, no nos dejaremos embaucar ni amedrentar por arengas amenazantes. Ante todo queremos vivir en paz. Vamos por la concordia, ¡somos hermanos! No más confrontaciones sangrientas. Fuera el odio, la división, la anarquía. Fuera las ideas del trasnochado comunismo del siglo XXI que tanta miseria y muertes ha causado en los países donde ha gobernado.

Los colombianos no permitiremos que Petro destruya nuestra democracia.