2/06/2024 | Por Mauricio Vargas | El Tiempo

El Gobierno solo se muestra eficaz en su capacidad de destrucción de lo que, mal que bien, funciona.

Por años, y mucho antes de las elecciones de 2022, sostuve que más que sus ideas izquierdistas de trasnochado estatismo, me preocupaban de Gustavo Petro su incapacidad de ejecución, su incompetencia de gobierno y su inconstancia en el trabajo, demostradas como alcalde de Bogotá. Claro que jamás imaginé que, una vez en el poder, haría tanta gala de ello como hemos visto en los 20 meses que lleva en la Casa de Nariño.

En cuanto a la incapacidad de ejecución, basta ver los pobrísimos niveles de cumplimiento de la Presidencia y los ministerios frente a lo presupuestado. Los proyectos no arrancan y los programas se varan apenas iniciados. Crudo ejemplo es la vivienda social: increíble que un gobierno que se proclama de izquierda presente el balance más lánguido en décadas, en vivienda para los pobres. Las ventas de casas de interés social (VIS) llevan 20 meses de consecutivas caídas, que se corresponden casi de manera exacta con los 20 meses de gobierno de Petro.

Lo ocurrido con el sistema de salud, al afectar de manera grave la atención a los enfermos, raya en lo criminal. Como el Congreso hundió su nefasta reforma, Petro y el minsalud, Guillermo A. Jaramillo, optaron por destruir un sistema que, con todo y sus defectos, había permitido aumentar el cubrimiento de seguridad social en salud de 22 % a inicios de los 90 a 95 %.

Quintaesencia de la incompetencia es la debacle que el ministro causó en el servicio de salud para los maestros, donde quiso aplicar las mismas tesis que, en el siglo pasado, llevaron al desastre del Instituto de Seguros Sociales. El Gobierno solo se muestra eficaz en su capacidad de destrucción de lo que, mal que bien, funcionaba. Terrible porque, como predijo el expresidente César Gaviria, cientos van a morir por falta de atención.

La incompetencia también ha marcado la gestión en las obras públicas: al arrancar, Petro dijo que quería menos autopistas 5G y más vías terciarias. No ha hecho ni lo uno ni lo otro. En educación, los programas públicos de becas universitarias están frenados. Ni hablar de lo que pasa en materia de seguridad, donde tras meses de atarle las manos a la Fuerza Pública —por la vía de insensatos ceses del fuego que solo esta ha cumplido—, narcos, extorsionistas y asesinos se han apoderado de regiones como el Cauca.

La incompetencia alcanzó niveles inéditos en la Dian durante la gestión de Luis Carlos Reyes: el autoproclamado míster Taxes resultó bueno para montar videos en TikTok, y muy malo para recaudar. Por ello, la Tesorería de la Nación tiene hoy en caja una décima parte de los recursos que suele acumular a estas alturas del año. El premio a Reyes fue sacarlo de la Dian para nombrarlo mincomercio, en reemplazo de uno de los pocos ministros serios, Germán Umaña.

La falta de disciplina en la labor presidencial —marcada por las desapariciones de días y las intoxicadas— ha llevado a que los problemas se acumulen. Tras 20 meses de demora en coger el toro de las altas tarifas de energía por los cuernos, el minminas, Andrés Camacho —quien parece querer acertar—, tiene la oportunidad de hacer algo excepcional en este gobierno: solucionar un problema. Ojalá lo haga, porque la insensata alza de precios de las empresas generadoras tiene al borde de la quiebra a las distribuidoras. Y también a los hogares, obligados a escoger entre pagar la factura o hacer mercado.

El Presidente ha querido suplir estas carencias a punta de discursos. Pero ahí también ha faltado constancia: entre el sonoro anuncio de convocar una asamblea constituyente y el desmentido de esa idea por el minjusticia y el propio mandatario han pasado apenas unas semanas. Ojalá los votantes recojan algo bueno de la mala siembra que hicieron en 2022, y aprendan que cuando la promesa de cambio va acompañada de incapacidad de gestión, el gobierno elegido termina por escribir un manual de incompetencia.