5/06/2024 | Por T.Coronel Gustavo Roa C. | Consultor Sistema de gestión de continuidad de los negocios

Primero recordemos a qué se refiere el término corrupción, como el flagelo más determinante, que genera miseria y pobreza extrema.

¿Qué es corrupción?

Sayéd y Bruce (1999) definen la corrupción como «el mal uso o el abuso del poder público para beneficio personal y privado», entendiendo que este fenómeno, no se limita solamente a los funcionarios públicos, también es un nefasto comportamiento, que se da, en casi todas las esferas de la sociedad.

La corrupción no es un comportamiento generado por aspectos exclusivamente de ideología, credo, o raza, es más bien cuestión del ADN, en la mayoría de los que se denominan como «líderes», parece que existen algunos sujetos, más proclives a este tipo de depredación moral, donde la herencia y el ejemplo, pueden constituirse también, en un factor determinante, de comportamiento.

Otros estudiosos definen la corrupción como: «Un fenómeno de ámbito mundial que causa pobreza, obstaculiza el desarrollo y hacer huir a la inversión. También debilitan los sistemas judiciales y políticos, que tendrían que estar al servicio del bien público, pero en ocasiones, se desligan de esta obligación y terminan por ser aliados, de esta terrible pandemia.

En el ámbito público, la corrupción generalizada es la perdición total del Estado, pues allí confluyen los peores vicios y costumbres del ser humano, los cuales terminan siendo en muchas oportunidades, socialmente aceptados, como parte de una rutina y costumbre, en la comisión del delito.

Los humanos, en su gran mayoría, están permeados por la inmoralidad, deshonestidad, impudor, inmoralidad y desvergüenza, porque a medida que la vida moderna transcurre, las lecciones sobre los valores humanos y la necesidad de su práctica van pasando progresivamente al olvido, como parte fundamental, en la formación de verdaderos líderes políticos y no de oportunistas, populistas y falsarios mesías.

El dinero fácil es el objetivo de muchas personas, que renuncian al esfuerzo, dedicación y abnegación, con una labor transparente, que genere utilidades y beneficios, no solo para la cabeza visible del plan de gobierno, sino para todos aquellos que forman parte de los objetivos de desarrollo y progreso.

La expansión inusitada, diaria y permanente, de este terrible comportamiento humano, ha permeado todas las esferas de la sociedad incluyendo, aquellas organizaciones que deben ejercer un control a la gestión de los funcionarios oficiales, cuando ocurre esto, es neutralizada la autoridad moral, pues en estas condiciones, todos terminan conspirando, contra los bienes públicos y ajenos, dilapidando recursos destinados al bien común, al progreso social, a la igualdad y a la equidad.

Lamentablemente casi todas las corrientes políticas, de izquierda, derecha y centro, pero especialmente las autodenominadas “progresistas”, como parte del engaño populista, han marcado un hito histórico de corrupción en América Latina, durante los últimos años.

Está depredación sistemática de los Estados a través de la corrupción en su más obstinada concepción, unida al terrible flagelo del terrorismo y el narcotráfico, ha sumido a varios países de este lado del continente, en la más dolorosa situación social, fiscal, económica y de seguridad, llegando incluso a la violación sistemática de los derechos ciudadanos básicos, por gobernantes populistas enceguecidos, por la sed del dinero fácil y el poder.

Según publicado de Statista Research Department, el 23 mayo del 2024, el Índice de Percepción de la Corrupción es un indicador que refleja los puntajes obtenidos por cada país en áreas tales como sobornos a funcionarios públicos, sobornos en la contratación pública, malversación de fondos públicos y eficacia de los esfuerzos anticorrupción de los gobiernos.

El mejor puntaje posible en la percepción de la corrupción es 0, mientras un puntaje de 100 indica que no se percibe aparente corrupción en el país. De acuerdo con los resultados del índice, Uruguay es percibido como el país menos corrupto de América Latina y el Caribe en 2023, con un puntaje de 73. Así, la república oriental casi duplica la media regional, que se ubica en 43 puntos en el índice.

Entre tanto la media regional baja, establecida en 40 puntos, muestra evidencias claras en el nivel de corrupción en países como Ecuador, Colombia, Argentina, México, Brasil, Bolivia, Nicaragua y Venezuela, con altos niveles de corrupción, siendo esta última la de peor calificación a nivel regional.

En estas condiciones, los países de América Latina marcan la pauta en corrupción oficial, adicionalmente los efectos del narcotráfico son nefastos, y en oportunidades el terrorismo regional, financiado por recursos ilegales, cuentan con la discreta aceptación de las autoridades de los países perjudicados, pero especialmente de algunos gobiernos de turno, que se lucran a hurtadillas, de esta corrupción secundada por el crimen y delito transnacional.

Por eso es fundamental que las ONGs, que abogan por la transparencia, hagan una campaña pedagógica y especialmente pública dirigida a todos los sectores de la población, dónde este tipo de informaciones les permita a los electores de cada uno de los países elegir dirigentes políticos, analizados estudiados y diagnosticados, como los menos permeados por la corrupción, el narcotráfico, la violencia y el terrorismo.