18/06/2024 | Por José Francisco García M.

Nicolás Gómez Dávila en su biblioteca

Nicolás Gómez Dávila fue un feliz descubrimiento que hice gracias a… un escritor inglés que publicó un artículo sobre su pensamiento en una página de internet estadounidense. En Colombia este autor parece condenado al tratamiento del silencio por el mainstream, y se entienden las razones. Su pensamiento Católico, Contrarrevolucionario y Reaccionario le debe causar escozor a más de un zombie políticamente correcto. Pero este autor no es solo ignorado por el pensamiento único, sino también es altamente desconocido por la misma Derecha local. Por ello, el primer propósito de este artículo es el de ser una pequeña introducción a la vida e ideas del filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila. El segundo, motivar a un estudio más profundo de sus obras.

Su vida

Nicolás Gómez Dávila nació el 18 de mayo de 1913, en la ciudad de Bogotá. A los seis años, su familia se trasladó a París, donde estudió en una escuela benedictina hasta que una grave neumonía lo obligó a seguirse formando con profesores particulares. Obtuvo una educación sólida mediante el aprendizaje de lenguas clásicas (latín y griego) y de lenguas modernas (inglés, francés y alemán). Con 23 años regresó a Bogotá, ya casado, y nunca volvió a dejar su país (con la excepción de una estadía de seis meses en Europa) hasta su muerte el 17 de mayo de 1994.

Pasó la mayor parte de su vida recluido voluntariamente en su biblioteca, rodeado de una colección de más de 30.000 volúmenes. Allí empleó todo el tiempo que pudo en la lectura y la escritura. El italiano Franco Volpi, uno de los promotores más devotos de su pensamiento en Europa, condensa su vida en esta frase: «Nació, escribió, murió» [1].

Sus trabajos

Casi todos los escritos de Gómez Dávila son colecciones de aforismos llamados Escolios. La palabra proviene del griego scholion, que significa comentario. Este término hacía alusión a los comentarios insertos entre líneas o en los márgenes de manuscritos antiguos por alguien que no era el autor original del texto. El propio Gómez Dávila menciona al menos dos razones para adoptar este tipo de escritura fragmentaria. La primera es una cita utilizada como una especie de advertencia en la primera página de su obra completa:

“A hand, a foot, a leg, a head,
Stood for the whole to be imagined”
— William Shakespeare, The Rape of Lucrece

La intención de esta cita es clara. Gómez Dávila dispone ciertas piezas ante sus lectores, y es trabajo de estos combinarlas para formar un cuerpo coherente de pensamientos. Podemos encontrar la segunda razón más adelante, en Escolios un Texto Implícito I, donde afirma: «Escribir corto para concluir antes de hastiar» [2]. Este tipo de escritura no es menos profunda en su contenido por ser corta.

Su pensamiento

Las ideas que caracterizan el pensamiento de Gómez Dávila son fáciles de rastrear a partir de los libros de su biblioteca, entre los que se destacan los pertenecientes a Niccolò Machiavelli, Friedrich Nietzsche, Justus Moser, Konstantin Leontiev, Joseph de Maistre, Donoso Cortés, Maurice Barrès, Charles Maurras y la Konservative Revolution alemana.

No sorprende que Nicolás Gómez Dávila se presente como un reaccionario. Sin embargo, podríamos decir que entiende por ello más una Weltanschauung [cosmovisión] que una posición meramente político-ideológica, en tanto implica ciertas actitudes y posturas que alcanzan todos los aspectos del mundo y la vida humana. Su definición más bella la precisa con un giro altamente poético: «El reaccionario neto no es soñador de pasados abolidos, sino cazador de sombras sagradas sobre colinas eternas» [3].

¿Pero es el reaccionario un hombre de Derecha? Gómez Dávila nos da la respuesta: «Aun la derecha de cualquier derecha me parece siempre demasiado a la izquierda» [4]. A partir de este escolio podemos ver que, aunque efectivamente creía en la tradicional dicotomía política Derecha/Izquierda, lo hacía entendiendo que la Derecha representa el orden, la jerarquía y la aristocracia; y la izquierda el caos, la igualdad y la democracia. Franco Volpi, en ese sentido, describe al reaccionario como «… aquel que está en contra de todo porque no existe nada que merezca ser conservado«[5]. Estoy en parte de acuerdo con esta definición, ya que, aunque el reaccionario esté en contra de todo, eso no lo convierte en un nihilista, porque se opone a todo aquello que hace parte del mundo moderno; un mundo nihilista de antemano, que en todas sus formas constituye el enemigo número uno del reaccionario. La democracia, el humanismo, la igualdad, el ateísmo, el socialismo, el marxismo, el capitalismo, la vulgaridad, y la decadencia son las manifestaciones más tangibles de este mundo; y a todas las desprecia.

El mundo moderno, a sus ojos, es un pozo negro de vicios y decadencia, que quiere hacer de sí mismo una norma y «…nos exige que aprobemos lo que ni siquiera debería atreverse a pedir que toleráramos «[6]. Este escolio, escrito en algún momento antes de 1977, parece cada vez más cierto con cada día que pasa, ya que no queda ninguna forma de depravación y corrupción sin ser promovida por el mundo moderno y sus apóstoles de la degeneración y el caos.

El hombre de esta época, en tanto causa y consecuencia del mundo que habita, es para el autor colombiano un ser vulgar, carente de toda virtud y heroísmo. Es el hombre-masa, para utilizar un concepto de José Ortega y Gasset. Una suerte de Untermensch [infra-hombre], que se halla por debajo de todo lo que otras épocas consideraban propiamente humano: «Los Antiguos veían en el héroe histórico o mítico, en Alejandro o en Aquiles, el módulo de la vida humana. El gran hombre era un paradigma de la época, su existencia era ejemplar. El patrón del demócrata, al contrario, es el hombre vulgar. El modelo democrático debe rigurosamente carecer de todo atributo admirable «[7]. La modernidad y su golem, el hombre moderno, acabarían siendo entonces, en su incapacidad para todo lo grande, destructores de mundos. Y, como bien sabía Nicolás Gómez Dávila, que tenía claro el trayecto y destino final de su tendencia: «el moderno destruye más cuando construye que cuando destruye» [8].

Por supuesto, la forma preferida de gobierno de la modernidad es la democracia: «… el régimen político donde el ciudadano confía los intereses públicos a quienes no confiaría jamás sus intereses privados» [9]; pero, más fundamentalmente, señala nuestro autor, este régimen se trata de «una perversión metafísica» [10]. ¿Cuál es, entonces, el objetivo final del reaccionario en este mundo que desprecia tanto? Gómez Dávila no pudo ser más claro al respecto: «… izquierdistas y derechistas meramente se disputan la posesión de la sociedad industrial. El reaccionario anhela su muerte» [11].

Nicolás Gómez Dávila, al ser un católico devoto, fue también muy crítico del ateísmo afirmando que «todo fin diferente de Dios nos deshonra» [12] y que hay que «creer en Dios, confiar en Cristo» [13] porque «si no heredamos una tradición espiritual que la interprete, la experiencia de la vida enseña nada» [14]. Sin embargo, Nicolás Gómez Dávila no es un conservador común y corriente. Hay un escolio muy sugerente que dice: «más que Cristiano, soy un Pagano que cree en Cristo» [15]. Lo que inmediatamente nos recuerda la defensa del carácter pagano de la Edad Media católica realizada por Julius Evola, y los escritos de James C. Russell sobre el cristianismo germanizado, los que muestran una imagen muy diferente al credo inofensivo de la universalidad, la igualdad, la tolerancia y el amor.

Conclusiones

El reaccionario del que nos habla Gómez Dávila es un ser diferenciado. Se encuentra al margen de las opiniones, pensamientos y deseos del hombre común. Es solitario, fuerte, religioso y aristocrático. Odia el mundo moderno y anhela su destrucción. Los escritos de Gómez Dávila son valiosos y profundos por ello. Son de lectura obligatoria para todo hombre de la Derecha.

Notas

  1. Franco Volpi, El Solitario de Dios (Bogotá, Colombia, Villegas Editores, 2005), 19. Se trata de un pequeño libro en el que el autor escribir una breve biografía e introducción a las ideas de Gómez Dávila; y fue publicado junto con las obras completas de Dávila.
  2. Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un Texto Implícito I (Bogotá, Colombia, Villegas Editores, 2005), 42.
  3. Escolios a un Texto Implícito I, 73.
  4. Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un Texto Implícito II (Bogotá, Colombia, Villegas Editores, 2005), 221.
  5. Franco Volpi, Un Ángel Cautivo en el Tiempo (Bogotá, Colombia, Villegas Editores, 2002), 489. Este texto corto es el epílogo de Escolios a un Texto Implícito Selección, una breve selección (400 páginas) de algunos escolios.
  6. Escolios a un Texto Implícito II, 102.
  7. Escolios a un Texto Implícito I, 237.
  8. Escolios a un Texto Implícito I, 204.
  9. Escolios a un Texto Implícito II, 164.
  10. Escolios a un Texto Implícito II, 336.
  11. Nicolás Gómez Dávila, Nuevos Escolios a un Texto Implícito I (Bogotá, Colombia, Villegas Editores, 2005), 189.
  12. Escolios a un Texto Implícito I, 82.
  13. Escolios a un Texto Implícito I, 25.
  14. Escolios a un Texto Implícito II, 333.
  15. Escolios a un Texto Implícito I, 201