9/04/2024 | Pulzo | Por: Fredy Moreno

La política más importante del presidente no avanza y está acosada por el tiempo de su mandato, mientras que el tiempo para las guerrillas corre de otra manera.

Gustavo Petro / AFP

En medio del intrincado panorama de negociaciones (que también incluyen al ’Clan del Golfo’ y bandas delincuenciales urbanas en distintas ciudades), las tratativas quizá más importantes, con el Eln y las disidencias del ‘Estado Mayor Central’ (Emc), lucen enredadas. Una de las razones es que el Emc ahora se asemeja más al Eln, es decir, se comporta como una confederación de guerrillas que no obedecen a un mando central, y con las cuales se hace más difícil negociar.

En las últimas horas, el Eln envío una carta a Vera Grabe, jefe negociadora del Gobierno en el proceso de paz con esa guerrilla, en la que le pide una reunión extraordinaria este viernes, que no sería parte del séptimo ciclo de negociación que debe empezar ese día en Caracas y que iría hasta el 22 de abril. “En vista del congelamiento en que ha sumido este proceso, la doble política de paz del gobierno, no encontramos condiciones suficientes para realizar los acostumbrados ciclos de conversaciones de nuestra Delegación de Diálogos del Eln, con los representantes del gobierno nacional”, escribió el Eln.

Por el lado de las disidencias Emc, hay unos bloques sentados dialogando (‘Magdalena Medio’ y ‘Jorge Briceño’) y otros con los que el Gobierno levantó el cese al fuego (los bloques occidental ‘Jacobo Arenas’ y el recién creado central ‘Isaías Pardo’). Esto ha puesto en duda la real capacidad de mando y control del máximo cabecilla de esa organización, Néstor Gregorio Vera Fernández, alias ‘Iván Mordisco’.

Con otras palabras, es como si al Emc, disidencias de las Farc que no se acogieron a los diálogos que condujeron a la desmovilización de esa guerrilla en 2016, le hubieran surgido a su vez sus propias disidencias. No hay certeza de si esta división obedece a reales discrepancias conceptuales sobre cómo adelantar sus ataques o, como han sostenido otros sectores, es una estrategia con la que la organización de alias ‘Iván Mordisco’ le muestra al Gobierno una mano tendida en la mesa en Caquetá y un puño en el suroccidente del país.

En las negociaciones con grupos guerrilleros, los expertos siempre han destacado como fundamental el factor tiempo: los alzados en armas no tienen ningún afán, pues su idea del tiempo es la que rige la vida en el monte, donde parece que el reloj se detuviera. De hecho, al menos cinco gobiernos han intentado negociar con el Eln, sin éxito. En cambio, los gobiernos tienen los días contados. En el caso del presidente Petro, ya se acerca a la mitad de su mandato, y lo que está pasando con el Eln y el Emc hace que su “paz total” se vea todavía muy cruda.

De hecho, el proceso de paz que se ha intentado con el Emc, puesto en blanco y negro, deja al descubierto otra realidad. Durante el cese al fuego pactado con ese grupo, cuya vigencia fue entre el 17 de octubre de 2023 y el 17 de marzo de 2024, según reportes de inteligencia, hubo 247 acciones, entre las que se destacan 187 que afectaron directamente a la población civil, 59 a las Fuerzas Militares y tres a la Policía. Pero la que condujo al levantamiento del cese al fuego con el Emc en el Cauca, Valle del Cauca y Nariño fue el asesinato en Toribío (Cauca) la lideresa Carmelina Yule.

Como respuesta a la decisión del Gobierno, la estructura armada, primero, anunció la creación del ‘Bloque Central Isaías Pardo’, que delinquirá en los departamentos de Quindío, Tolima, Valle del Cauca y Huila, algo que el comisionado de paz, Otty Patiño, entiende como “una reorganización interna de ellos que tienen todo el derecho de hacer”; segundo, hostigó a la fuerza pública en el Batallón Pichincha en Cali, y en zona rural de Jamundí (Valle), y los municipios caucanos de Cajibío y Suárez; y tercero, amenazó a la población civil que se acerque o tenga contacto con las Fuerzas Armadas.

Esos tres hechos son evidencia clara del crecimiento y expansión del Emc, que, si bien no tiene cómo alcanzar la dimensión, influencia y cobertura que adquirieron las Farc, sí tiene en apuros a Petro, pues además de crecer, se niega a negociar. Los más suspicaces consideran que este tipo de circunstancias (que el tiempo de su mandato no es suficiente para redondear la negociación) son las que podría esgrimir el presidente Petro para impulsar su “proceso constituyente”, y, de paso, quizá, su reelección.

De una manera muy gráfica, el defensor del pueblo, Carlos Camargo, dijo durante la clausura del segundo encuentro nacional de defensores públicos, en Paipa: “Claramente nosotros lo hemos dicho y tenemos la boca rajada en decir que resultó peor el remedio que la enfermedad. La adopción por parte del Gobierno Nacional con las estructuras armadas ilegales de un cese al fuego bilateral, donde no hemos recibido por parte de los grupos armados ilegales ningún gesto ni ningún hecho que demuestre que tienen esa real voluntad de adelantar un proceso de paz que nos conduzca a la verdadera consolidación de la paz que es el anhelo que tenemos todos los colombianos”.

A todo esto se suman las delicadas declaraciones del comandante del Ejército, general Luis Ospina, a El Tiempo, en las que reconoce entre líneas que al Ejército sí le ha tocado cruzarse de brazos, principalmente cuando la población civil es instrumentalizada para impedir que esa fuerza haga su trabajo constitucional. Según el defensor del pueblo, algo que evidencia la Defensoría a través de su sistema de alertas tempranas y los informes de monitoreo de cese al fuego, “es que la fuerza pública es la única que ha honrado el cese al fuego bilateral”.

Es clara la inacción de las Fuerzas Armadas y el avance y crecimiento de los grupos armados ilegales que han conseguido poner en bajito la “paz total” del presidente Petro. Los alcances de ese propósito podrían estar más allá de la simple idea de fortalecerse en la mesa de negociación para exigir más. En el horizonte puede haber otros objetivos.