7/05/2024 | Por Diego J. Tobón Echeverri

Diálogos de los profesores De Zubiria y Forero Benavides en la televisión nacional el blanco y negro.

Apreciado contertulio, Gonzalo Zuluaga.

Tuve el privilegio de gozar de la confianza del doctor Otto Morales Benítez, nacido en Riosucio (1920, Bogotá, 2014), Cantón Antioqueño de Salamina y cultor del Festival del Diablo.

El doctor Otto vivió en la casa de sus tíos Benítez en Medellín y allí conoció a su prima Livia Benítez, su esposa. Igualmente fue estudiante en la naciente facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana, fundada por profesores conservadores bajo el amparo del padre Manuel José Sierra de Girardota, en las vegas del río Medellín, antes de subir a Don Matías, San Pedro de los Milagros, Carolina, Santa Rosa de Osos y Yarumal, Diócesis de Monseñor Builes.

Una división de aguas dirían algunos.

Los jóvenes estudiantes de la Bolivariana tuvieron cabida en los periódicos de la ciudad, El Colombiano, El Correo y el vespertino El Diario.

La sección cultural del Colombiano, acogió al doctor Otto, a Jaime Sanín Echeverri, mientras el estudiante Belisario Betancur era disidente del jefe, el Tuso Navarro Ospina, hacía política laureanista, era funcionario en la Asamblea Departamental a donde llegó como diputado suplente y editaba el periódico la Defensa, en la calle Boyacá x Carabobo, al frente de la puerta del Perdón de la iglesia de la Veracruz, camino al barrio San Benito y a la casa donde nació Francisco Antonio Zea.

El doctor Otto se impuso la tarea de recopilar en Panamá, Antioquia y en el resto del país, información acerca del abogado y general liberal Rafael Uribe Uribe, para publicarla a principios del siglo 21.

El general Herrera y el General Uribe Uribe, durante la Guerra de los Mil Días, que dejó endeudado el país y a todos sus habitantes sin diferencia, vivieron un tiempo en Panamá y comprendieron el interés de los panameños en recuperar la autonomía de que gozaron como Estado federal gracias a la Constitución de 1863, de Rionegro, y vivían con preocupación la crisis de la empresa francesa del Canal de Panamá, para cuya construcción resultó fundamental el Ferrocarril de Balboa, construido por Colombia.

Uribe Uribe escribía al presidente Marroquín y a los Congresistas, advirtiendo el riesgo de la separación del Departamento de Panamá. Era claro que requerían autonomía frente al centralismo presidencial en la capital, que para la época implicaba embarcar hasta Cartagena y seguir por el Canal del Dique hasta Honda y subir a la Sabana de Bogotá, cosa que tomaba más de 20 días sin comunicación alguna. Apenas comenzaba la telegrafía.

«Esas son cosas de los liberales»… encontró el doctor Otto que argumentaron en Bogotá con un Congreso dominado por la hegemonía del Partido Conservador e hicieron oídos sordos a Uribe.

Así se perdió a Panamá.

Desde luego que hubo una corbeta norteamericana en el Caribe, frente a Colón y hubo acuerdos corruptos, pero en la fría capital de cien mil habitantes de la época, no prestaron atención al hecho de que el Congreso y el Gobierno de los Estados Unidos, cansados con la construcción del Ferrocarril al Lejano Oeste Californiano, habían declarado de interés nacional abrir el Canal de Panamá y buscaron un acuerdo con el gobierno de Colombia de la época.

Más tarde, sesionó en Bogotá la Reunión Panamericana, en el Colegio Gimnasio Moderno, en el Capitolio y se construyó en la carrera 7 x calle 75, el edificio Residencias El Nogal, para alojar a las delegaciones que aprobaron la creación de la Organización de Estados Americanos, Pacto de Bogotá, con la participación del general Marshall y el apoyo de los Estados Unidos de América, para realizar un Plan Marshall en Latinoamérica. Plan que resultó abortado por el asesinato del candidato presidencial liberal, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril en la carrera Séptima con calle 12 y el recrudecimiento de la violencia partidista que se acentuó con el asesinato de Vicente Echandía que caminaba al lado de su hermano, el ministro del gobierno del Presidente Ospina, en 1949. Vino el cierre del Congreso, la abstención del partido Liberal en la elección presidencial del 49 y la elección del ingeniero Laureano Gómez Castro para el período 1950/1954.

Hace falta el programa «Revivamos nuestra Historia», en la televisión nacional.

Mucho me temo que su ignorancia nos lleve a repetir páginas que quiso cerrar el Acuerdo en Sitges y Bernidorm, entre los dos jefes y expresidentes, Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez, que dio origen al Frente Nacional, refrendado por el Plebiscito del 3 de diciembre de 1957. ¿Será posible un Acuerdo Nacional en este momento cuando la corrupción y la violencia alimentada por el narcotráfico, es mayor que la de 1956 y 1957?