8/12/2023 | Por Omar Bula Escobar

En un claro intento por rescatar su deteriorada reputación de cara a las próximas elecciones y contrarrestar el avance político de su rival María Corina Machado, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, comete un grave error estratégico al reavivar las tensiones en torno al territorio del Esequibo.

El Esequibo, dotado de abundantes recursos naturales, incluyendo reservas significativas de petróleo, se extiende por 160,000 kilómetros cuadrados en el norte de Sudamérica y se encuentra bajo la administración de Guyana, a pesar de las reclamaciones de soberanía por parte de Venezuela basadas en su pasado histórico.

Las raíces de este conflicto se remontan a la era colonial, con límites ambiguos trazados durante el periodo de dominio de España, Holanda y Gran Bretaña.

En 2015, el conflicto cobró nueva intensidad cuando ExxonMobil descubrió vastas reservas de petróleo en sus costas, colocando a Guyana, con una población de apenas 800,000 habitantes, como poseedora de las mayores reservas de petróleo per cápita del planeta.

Maduro decidió adoptar una postura agresiva. Convocó a un referéndum para incorporar el territorio a Venezuela, al tiempo que emitió un ultimátum a las compañías petroleras que operan bajo concesiones guyanesas.

El presidente de Guyana, Irfaan Alí, tildó las acciones de su homólogo venezolano de «amenaza directa» y anunció su propósito de llevar el asunto al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Pero, por lo visto, a Maduro le va a salir el tiro por la culata.

En el marco geopolítico actual, es común que cada conflicto emergente se vea inevitablemente influenciado por las dinámicas de los nuevos bloques geopolíticos predominantes; por un lado, Estados Unidos y la Unión Europea, y por otro, China y Rusia.

Sin embargo, el asunto entre Guyana y Venezuela es muy diferente.

Como era de esperarse, EE.UU. se ha puesto del lado de Guyana, tanto para reafirmar la influencia que ha perdido en su «patio trasero» como para proteger los intereses de ExxonMobil.

Es más, en julio de este año, EE.UU. ya había realizado maniobras militares en Guyana, en las que participaron 15 países de la Comunidad del Caribe (CARICOM), además de Francia, México, Canadá y Gran Bretaña.

Estos ejercicios, llevados a cabo en la selva y a lo largo del río Esequibo, forman parte del plan «Force Structure 2030», cuya finalidad es preparar a las fuerzas armadas estadounidenses y a sus aliados para afrontar posibles conflictos, especialmente con China.

China, por su parte, optó por no tomar partido. La nación asiática no solo mantiene relaciones cordiales con ambos países, sino que ha realizado grandes inversiones en toda la región del Esequibo, tanto en territorio guyanés como venezolano.

Aún más significativo, la empresa china National Offshore Oil Company (Cnooc) participa como socia en el consorcio liderado por ExxonMobil, con una participación del 25% en el bloque petrolífero de Stabroek, que contiene varios miles de millones de barriles de petróleo.

Brasil, con fronteras compartidas con ambos países, se encuentra en una posición muy particular. A pesar de que el presidente Lula se ha presentado como un aliado sólido de Maduro en la causa socialista, el país también mantiene buenas relaciones con Guyana e incluso han llevado a cabo ejercicios militares conjuntos.

¿Y Cuba? ¿Dónde anda el mentor y camarada del chavismo? Pues resulta que Cuba también está del lado de Guyana.

La posición de Cuba a favor de Guyana en la disputa territorial es histórica. Inclusive existe el Pacto Cubano-Guyanés, firmado en 1981, que subraya el compromiso de Cuba con la integridad territorial de Guyana.

En resumen, Maduro se quedó sin amigos. A excepción de Nicaragua y Rusia, el respaldo a su postura agresiva es prácticamente inexistente.

Actualmente, la Corte Internacional de Justicia está a cargo del asunto, y aunque el momento preciso de la decisión final sigue siendo incierto, ésta ha instado a Venezuela a no tomar medidas que modifiquen la situación actual en el área en disputa.

Al parecer, en su empeño desesperado por aferrarse al poder, Nicolás Maduro no solo fracasará en su intento, sino que, para la decepción de muchos venezolanos, terminará por contribuir a consolidar aún más la posición de Guyana en la extensa disputa por la exuberante y rica región del Esequibo.