1/03/2024 | Por Martín Alonso Pinzón

Motivo de gran preocupación lo que viene ocurriendo con la ejecución del presupuesto y el gasto fiscal. En la práctica, no existe un efectivo control ni nadie hace el following de esos billones de pesos que Petro gasta y gastará con el real objetivo de ganar para sí o para un obsecuente secuaz la continuidad del actual régimen.

Resulta extraño que el Ministro Bonilla, a quien todos veíamos como un economista calificado y responsable, permita ese mal uso de los recursos públicos y el colapso del Plan Nacional, es decir, de la institución de la Planeación. Preocupa que petristas obsecuentes como Laura Sarabia, Gustavo Bolívar y A. Flores se conviertan en poderosos ordenadores del gasto fiscal de acuerdo y bajo las órdenes del activismo y la “ideología” de Petro.

Como nadie lo controla, Petro se ha reservado por decreto, por encima de Planeación, la ordenación del gasto fiscal. Todo ello tiene el propósito de ganar las próximas elecciones sin importar el cumplimiento de la regla fiscal.

Entristece ver esta situación a la cual se suma la fragmentación del territorio y desintegración de gran parte del territorio nacional, hoy bajo control de bandas criminales. La criminalidad en las capitales agrava el pronóstico de la economía y paz de nuestra República. Nuestras fuerzas militares parece que perdieron la brújula y el derrotero y sería gravísimo que omitieran cumplir con sus obligaciones constitucionales ante el descontrol del territorio y la creciente ofensiva de las bandas criminales, sin que dejemos de reconocer el sacrificio y muerte de soldados y oficiales, todo ello bajo el confuso mando político de otro peligroso activista del petrismo como es el Ministro De Defensa.

Nos gustaría oír con más vigor las voces de los ex Ministros de Hacienda con el fin de alertar a los órganos de control y a las instituciones internacionales sobre el rumbo que ha tomado el Gobierno.

Un gobierno que dispone sin control de billones y billones de pesos —y sumará los billones que le girará Ecopetrol— termina cooptando fácilmente a la clase política, salvo algunas excepciones.

Algunos Gobernadores y alcaldes ya están disponibles para no ser excluidos del festín del gasto público y participar para sus regiones e intereses políticos de los recursos públicos que Petro, Sarabia y Gustavo Bolívar, con el visto bueno del Ministro de Hacienda, distribuirán.

Igualmente ante esta deplorable decadencia del Estado es necesario escuchar con claridad y sin ambigüedades la voz de los gremios empresariales y sociales.

Y, por último, la de los ex Presidentes de la República. Todas estas voces son necesarias en esta hora de peligro que atraviesan la Hacienda pública y las instituciones republicanas.

Gobernar y disponer de la Hacienda pública con activistas radicales y sin técnica ni respeto por la naturaleza e historia de las instituciones económicas del país es la peor ruta que la economía, las finanzas públicas y en suma el Estado puede tomar.