24/03/2024 | Por Armando Barona Mesa

Ah, se veía venir ese digamos que accidente histórico. Limitado dice el proponente señor Petro a solo seis puntos. Y lo dice él que había elogiado aquella constituyente del año 91 en la que de entrada se formó una coalición entre el M-19 y el grupo de Álvaro Gómez Hurtado, a la que solo dejaron arrimar a Horacio Serpa -lo toma o lo deja- en nombre del partido liberal. Y expidió una constitución farragosa y meticulosa que aún nos rige. Él, Petro, sabe perfectamente la historia. Esa constituyente estaba restringida a un temario que surgió de la entonces llamada 7ª Papeleta con un texto limitado. Y fue elegida por un millón y medio de votos en el gobierno de Gaviria.

Pero montada aquella alianza de entrada, se convirtió en una Asamblea Nacional Constituyente sin límites de poder. Soberana. Hasta el punto que revocó al Congreso, es decir le expidió la partida de defunción, no obstante que éste había sido elegido por seis millones de votos. Y otra cosa más significativa, prohibió la extradición en beneficio de Pablo Escobar y los carteles de la droga. Así fue y así funcionó por dentro.

Sin duda por los mismos medios de la constituyente se estableció el régimen comunista de Lenin, y de la misma manera el Tercer Reich de Hitler y de Mussolini en Italia. Fue el mismo procedimiento de Castro en Cuba y Chávez en Venezuela. Y siga contando a la Nicaragua de Ortega y a la Bolivia de Evo Morales. La constituyente abroquela a quien tiene el alma sedienta de un poder absoluto, que según el dictador de turno nace del “pueblo soberano” que a ellos sigue por el derroche de propaganda y el dinero que otorgan con todo ese populismo, que uno comienza a sentir y a oír ahora todos los días.

Ese “inepto” Petro desarrolla como si se guiara por una cartilla, todo lo que se aprende leyendo la historia palpitante de los pueblos. En realidad todo este conjunto histórico hace parte de una doctrina histórica que los dictadores, así digan que no aspiran a gobernar más que su propio período inicial, van desarrollando mientras inyectan el odio de clase y se aprovechan de las tonterías de personajes como Vargas Lleras, a los que el propio marxismo denomina con exactitud y desprecio como “idiotas útiles”.

La vida de los dictadores, comenzando por Julio César, la estudian intensamente los Petros que en el mundo han sido. Se la saben de memoria y a ella aspiran, tal como hoy se ve y se palpa con los cada vez más agresivos discursos del aprendiz de brujo que ahora nos gobierna con grandes contradicciones y escándalos de gastos inmensos, boato, droga de consumo, como lo advirtió Benedetti, al cual a pesar de su agresividad que todos conocemos contra el propio Petro, para callarle la boca futura, de modo vergonzoso ha pagado su chantaje al nombrarlo en Italia como embajador ante la FAO, con todo el oropel del poder. ¡Vergüenza! Y lo que es peor, casi nadie dice nada.

Cuánto escándalo y latrocinios cercanos a Petro hemos tenido que soportar: los fajos de Montes, el apañamiento grande de malos dineros de su hijo Nicolás, los negocios de la Picota de su hermano Juan Fernando. Y la historia malvada sigue, hasta el punto de que los mordisquitos con marihuana de la Primera Dama a manos de un tal Nehru y los vestidos arrogantes y el curvilíneo meneo de hembra ardiente que la caracterizan, junto a algunos negocitos, parecen parte de una ópera bufa.

El conjunto de estas posiciones malandras en realidad no son nada frente al mismo espíritu de quienes fueron grandes dictadores y tiranos del mundo, que todos comenzaron con ese mismo sonsonete y el escándalo público de sus propias vidas, que se ocultan misteriosamente bajo el embrujo de los nuevos acontecimientos.

Petro, como casi todos estos dictadores, tiene el don de la palabra, que a veces lo extravía, sobre todo cuando se pasa de tragos. Soberbio como la propia soberbia, caprichoso y terco, se cree un predestinado y hace escándalos silenciosos en Europa en la conciencia de que es un gran líder mundial.

Algunos intonsos creen que todo esto son banalidades sin perspectiva, porque las encuestas muestran el desprestigio del personaje. ¡Pistola! Estamos en el peor momento, porque se la está jugando toda y a fondo, sin gastar un peso. Todo es del Estado. Para eso son las reformas tributarias y se mueve por todo el país haciendo política demagógica, que nada le cuesta, pero además obra con el resorte del poder en su mano.

Pienso que es preciso que nos pongamos a tono en la lucha ciudadana, porque somos un país de pensamiento central, pero sentimos el peligro y somos su objeto. Es bueno recordar, como decía mi abuela, que nunca está más oscuro que cuando va a amanecer. Pero luchemos sin reposo en defensa del porvenir en peligro. Sí. El peligro poderoso está en acción y nosotros somos el objetivo.