30/03/2024 | La Gaceta de la Iberosfera | Por Nehomar Hernández

La Iglesia, último bastión de lucha contra el sandinismo…

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Católicos celebran la Semana Santa en los jardines de la Catedral de Managua. Twitter

En enero pasado la dictadura de Daniel Ortega ordenó la excarcelación de 18 religiosos nicaragüenses. Entre ellos el caso más destacado fue el del obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, quien había sido sentenciado a cumplir más de 26 años de cárcel.

Álvarez formó parte del grupo de 222 presos políticos que, en febrero de 2023, el régimen sandinista ordenó que fuesen llevados a los Estados Unidos en un avión, siéndoles retirada la nacionalidad nicaragüense. En esa oportunidad el obispo declinó la opción de quedarse en territorio norteamericano, siendo devuelto a Nicaragua y condenado por «traición a la Patria».

Aunque el gesto de dejar salir de la cárcel a estos sacerdotes podría haber sido tomado como un signo de relajamiento en la escalada que Ortega ha protagonizado en meses recientes contra la Iglesia Católica, la realidad lo desmiente.

Prueba de ello es la medida impuesta desde agosto de 2022, a través de la que las autoridades prohibieron oficialmente la realización de procesiones a lo largo y ancho de todo el país centroamericano. Dicha orden se mantiene en pie, siendo especialmente manifiesta durante la celebración de la Semana Santa este año, en medio de unos días que han sido de extremo desafío para los feligreses nicaragüenses.

Una fe vigilada por la Policía

La de 2024 es ya la segunda Semana Santa en la que los creyentes de la nación hispanoamericana se han visto impedidos de manifestar su fe de manera pública a través de las procesiones, siendo confinados a las cuatro paredes de los templos para honrar la vida y obra de Jesucristo.

La investigadora nicaragüense en el exilio, Martha Patricia Molina, informó que para este año Ortega ha destinado a cerca de 4.000 agentes de la Policía de Nicaragua para vigilar las Iglesias del país. Todo ello con un solo objetivo: evitar que los católicos salgan a las calles.

Ya el año pasado fueron suspendidas 3.176 procesiones, de acuerdo a números manejados por la propia Molina.

De acuerdo a una nota de EFE, el viernes santo cientos de nicaragüenses se congregaron en las adyacencias de la Catedral de Managua, donde sólo pudieron utilizar sus jardines para efectuar algo parecido a una procesión tradicional. Mientras tanto las calles se mantuvieron vigiladas por los esbirros de Ortega.

En distintas parroquias de Nicaragua la historia es más o menos la misma: los devotos sólo pudieron utilizar las instalaciones de las Iglesias para recrear el viacrucis de Cristo.

Cifras oficiales refrendan el hecho de que Nicaragua es un país mayoritariamente católico, con un 58,5% de personas que públicamente se adscriben a esta corriente del cristianismo.

En medio de una importante fragmentación de los partidos políticos opositores en el país, así como la represión y la cooptación de los liderazgos disidentes por parte del régimen de Daniel Ortega, la Iglesia Católica se ha convertido en el último bastión de resistencia frente a la tiranía sandinista. Este hecho ha sido especialmente notorio después de las protestas de 2018, durante las que la Iglesia asumió un papel combativo frente a los excesos del sistema encabezado por Ortega y su mujer, Rosario Murillo.