29/03/2024 | Por Pbro. Diego Alberto Uribe Castrillón

Hace ya algún tiempo el Papa Benedicto XVI, al inicio de su carta “Dios es amor”, nos dice: “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.”[1]

Ante un mundo lleno de odios y venganzas, de amarguras provocadas por la falta dolorosa de signos de verdadera comunión y de fraternidad, desde la Cruz de Cristo se nos lanza una consigna que nos abre a la esperanza: solo el amor nos salvará.

Colombia necesita un reencuentro con sus raíces, con una opción decisiva por la vida, por la reconciliación, por un verdadero camino de paz en el que los preferidos sean las innumerables víctimas de tantas violencias, de tantas fuerzas que viven para el mal. Es esta la súplica de este Viernes Santo en el que muchos peregrinarán tras la Cruz del Señor mirando en las estaciones del Vía Crucis los dolorosos retratos de tanta injusticia, de tanto olvido, de tanta corrupción. Es como si Jesús Caído y Crucificado se hubiese hecho vocero del dolor de la humanidad para reclamarnos el abandono de tanta hostilidad y de tanta injuria, para invitarnos a buscar una paz sin titulares y sin manipulaciones, una paz que sane y que cierre tanta herida.

En esta hora aciaga, nos unimos a María, la Virgen fiel, cómo se une nuestra Mater Dolorosa, esta reina que en tantos lugares aparece rodeada de piedad y de esplendor, al misterio de la entrega de su Hijo.

Su corazón traspasado es una ventana a la misericordia pero tiene en su corona de rosas, muchas espinas porque la corona de espinas del Salvador, también llegó a sus sienes virginales y sobre todo a su corazón, y la Espada, anunciada por Simeón en las gradas del Templo de Jerusalén[2] sigue atravesando el corazón doliente de una patria que sufre con el dolor de sus hijos: “corazón traspasado, corazón que arde, stabat mater” [3].

En este Viernes Santo la Linterna Azul se enciende también para buscar a los pies del Calvario la paz que Colombia necesita, la reconciliación que nos devuelva la dignidad, la alegría y la esperanza.


[1] Benedicto XVI. Carta Encíclica Deus Caritas Est, 1.
[2] Lucas 2, 35
[3] Padre Gaultier de Chaillé en su canto “Stabat Mater” al incendio de Notre Dame en 2019.