12/03/2024 | Por Juan José Gómez

Se cumplen hoy, justamente, seis años de la fecha en que el doctor Mariano Ospina Hernández entregó su alma al Creador. Recuerdo muy bien ese día, cuando en las horas de la tarde, después de atender a una visitante en la sala de juntas de la sede de la Fundación Mariano Ospina Pérez, el doctor Ospina Hernández, con sus noventa años recién cumplidos, aparentemente se quedó dormido y solo cuando su esposa, doña Helena Baraya de Ospina fue a despertarlo para irse a casa, se pudo dar cuenta de la angustiosa realidad: él había partido para el viaje sin retorno y lo había hecho con la serenidad que siempre lo caracterizó en su fecunda existencia.

Alumno y bachiller de los padres jesuitas e ingeniero civil de la famosa Escuela de Minas de Medellín, su ciudad natal, terminó sus estudios profesionales y obtuvo su especialización en los prestigiosos centros educativos norteamericanos Instituto Tecnológico de Massachusetts y Universidad de Harvard. Años después la Universidad Jorge Tadeo Lozano le otorgó el doctorado Honoris Causa en Biología Marina.

Se desempeñó como directivo en el sector privado gerenciando en Bogotá la Editorial el Globo y el periódico La República, fundado por su padre, el presidente conservador, doctor Mariano Ospina Pérez, lo mismo que la empresa Ospinas y Compañía, que fue la gran urbanizadora del norte bogotano. Se trasladó ya casado con doña Helena Baraya González a Medellín, donde fue gerente de la Constructora Urbe S.A., una de las principales responsables de desarrollar urbanísticamente el sector occidental de la capital antioqueña.

Recién regresado a Bogotá después de concluir sus estudios, aceptó ser concejal de Guatavita, en Cundinamarca. Luego, ya en Antioquia, se residenció en la casa campestre de su familia conocida como El Ranchito en el municipio de Itagüí y allí, atendiendo una obligante invitación de los conservadores del lugar, sirvió como concejal de dicho municipio. Este antecedente, conocido por el directorio conservador antioqueño, motivó que fuera invitado para representar al partido en diferentes cuerpos colegiados, con el resultado de que fuera elegido como concejal de Medellín, diputado a la Asamblea departamental, senador de la República durante tres períodos, en uno de ellos como dignatario del Senado y años después miembro de la Asamblea Nacional Constituyente que expidió la Carta Magna de 1991. Con anterioridad a estas poderosas representaciones y durante el desempeño de algunas de ellas, el doctor Ospina hizo parte de varias misiones internacionales en representación del país, referentes a temas políticos, económicos y científicos.

De su labor en la constituyente se recuerda su esforzada y victoriosa lucha en compañía de Misael Pastrana y Álvaro Gómez para evitar que del Preámbulo de la Constitución fuera eliminado el sagrado nombre de Dios, fuente suprema de autoridad. De igual manera, vale la pena mencionar que mucho de lo que quedó consignado en el capítulo correspondiente a la Planeación, obra suya fue, pues no en balde era esta la materia donde Ospina Hernández disfrutaba del merecido prestigio de ser uno de los mayores expertos colombianos.

Su carrera pública culminó exitosamente con el desempeño de dos importantes posiciones en el ejecutivo nacional, como fueron Embajador en Alemania Occidental durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala y Gerente General de la Caja Agraria durante el gobierno de Belisario Betancur. Al concluir este último cargo, Ospina se retiró del servicio público y se dedicó a la Fundación Mariano Ospina Pérez y a ejercitar su vocación de escritor de temas científicos y políticos.

Tanto o más que político, Ospina Hernández fue un hombre de ciencia que cultivó con notable acierto temas como la Ecología, la Botánica con especialización en cultivo y clasificación de orquídeas (herencia de su madre, doña Bertha Hernández de Ospina), la Sociología, en la cual fue autor de la importante tesis de “las Tres Pobrezas de hombre colombiano y su remedio”, la Biología marina, la Planeación para el Desarrollo Integral, la ingeniería de transporte (dejó listo el proyecto de Transporte Fluvial Latinoamericano para pasajeros y carga) y especialmente la Educación, a la que siempre consideró como la respuesta a toda la problemática nacional, para lo cual diseñó un modelo de Educación Superior Especializada de un racional y admirable enfoque. Una docena de libros y publicaciones sectoriales, mas una gran cantidad de artículos periodísticos y una serie de interesantes conferencias sobre temas académicos, constituyen el legado de este hombre superior, que, a semejanza de algunos de esos admirables varones del Renacimiento, poseía una inteligencia extraordinaria, respaldada por una moral intachable y una fe católica sincera y profunda que supo inculcar en su hogar, como supremo legado a sus descendientes.

En la tarde de hoy se celebra en la sede bogotana de la Fundación Ospina Pérez una importante ceremonia, durante la cual será lanzado el libro “Los Ospina en la historia de Colombia – Obra y legado de una familia” escrita por el doctor José Alvear Sanín con la colaboración del doctor Francisco Javier Ospina Baraya, hijo del doctor Ospina Hernández y de su esposa doña Helena, quien precisamente fue la promotora de esta publicación meses antes de su lamentable fallecimiento. El prólogo fue realizado por el expresidente Andrés Pastrana Arango, quien será el orador principal en la ceremonia vespertina de hoy y el libro tendrá un epílogo escrito por el destacado jurista español, doctor Juan Gonzalo Ospina Serrano, nieto de Ospina Hernández. He sido informado de que personas de varios países europeos y americanos harán presencia en el acto y, desde luego, miembros de la sociedad capitalina y dirigentes políticos procedentes de algunos departamentos colombianos también participarán en este que ha sido preparado como un homenaje de reconocimiento y gratitud no solo a Mariano Ospina Hernández ya doña Helena Baraya de Ospina, sino también a los presidentes conservadores de esta familia Mariano Ospina Rodríguez cofundador del partido Conservador colombiano, Pedro Nel Ospina Vásquez hijo del anterior y Mariano Ospina Pérez, nieto del primer Mariano y padre de Ospina Hernández.

En este día vienen a mi memoria muchos acontecimientos protagonizados por Ospina Hernández de quien tuve el honor de ser colaborador por largo tiempo especialmente en materia ideológica y programática relacionada con el partido Conservador, habiéndolo sucedido en la dirección de La Linterna Azul en compañía de doña Helena por cerca de siete años. Guardo de él un recuerdo agradecido y de sincera admiración por sus virtudes personales, cívicas y políticas, lo cual no es obstáculo para reconocer que en el comienzo de la relación era un hombre severo y distante, al cual no era fácil acercarse por el respeto que imponía y por su personalidad de hombre superior, que lo era en realidad. Pero cuando con el correr del tiempo se llegaba a conquistar su confianza y amistad, era muy grato hallarse con un ejemplar humano de gran bondad y ejemplar rectitud, que inspiraba el afán de imitarlo y de ser aprobado por él. Seis años después de su fallecimiento, queda en mi memoria el recuerdo de un colombiano ejemplar, de un católico de profundas convicciones, de un estadista magistral, de un científico riguroso, de un padre de familia severo pero que guardaba un entrañable cariño para su esposa y sus hijos, de un pensador de alto vuelo y especialmente de un ser humano de excepcional calidad, a quien le viene muy bien la bella sentencia de la Sagrada Escritura: ”Aquellos que enseñaron la verdad y practicaron la justicia, brillarán como estrellas en gloriosa eternidad”.